martes, 8 de marzo de 2016

La Canción de Roland (16/34)

 2.- La Embajada
3.- Ganelón y Blancandrín
4.-La traición de Ganelón
5.-El sueño de Carlomagno
6.-Roldán y los Doce Pares
7.-Marsil y sus aliados
8.-Roldán y Oliveros
9.- El Combate
10.- Los últimos combates
11.- Mueren los capitanes de Roldán
12.- El Olifante de Roldán
13.- La muerte de Oliveros
14.- La derrota de los infieles
15.- La peña de Roldán




16.- La muerte de Roldán


Comprendió que la muerte se iba apoderando de él. De su cabeza seguía saliendo sangre y cada vez su agotamiento era más visible. Se fue arrastrando por el suelo hasta encontrar un pino. Allí se tendió y quedó postrado sobre la verde hierba. Debajo del pino puso su espada y su olifante. Volvió su rostro hacia el campo de batalla para que Carlos y todos los suyos dijeran que el valeroso Roldán había muerto cara al enemigo combatiendo las huestes sarracenas.

Luego haciendo acopio de sus últimas energías confesó sus culpas. Con una mano se golpeó el pecho.

-¡Dios mío! –exclamó- ¡Qué cansado estoy! ¡Mea culpa, señor! Perdona mis pecados en la hora de mi muerte…

Y Roldán tendió a Dios su guante derecho. Los ángeles del cielo estaban a su lado…


El conde Roldán, el caballero sin tacha, yacía bajo un pino. Su rostro estaba colocado en dirección a España. El conde Roldán en aquellos postreros momentos recordó muchas cosas: las tierras que había conquistado, la patria lejana que lloraría por él, sus amigos y su familia, Carlos el emperador…

Lloraba por todos y profundos suspiros salían de su pecho, pero no olvidó sus propias cuitas.

-Oh Dios verdadero, tú que todo lo puedes, tú que resucitaste a Lázaro, que salvaste a Daniel de los leones, salva mi alma de todos los peligros! Acógeme en tu seno por los siglos de los siglos.


Roldán había ofrecido a Dios su guante derecho, San Gabriel le tomó de la mano y avanzaron hacia el más allá. Dios escuchó la plegaria y el conde Roldán fue acogido en el paraíso. 


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